Dejándole ser rey de nuestro tiempo

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El otro día paré en una gasolinera con mi amigo Andy. Al entrar Andy empezó a hablar con la mujer que estaba detrás del mostrador – “¿Qué ha pasado con su nieto?” – le preguntó Andy. El rostro de la mujer cambió cuando reconoció a Andy. Se le pusieron los ojos como platos y dijo: – “¡No te lo vas a creer! Los médicos le abrieron y no han encontrado nada. Su corazón está perfecto. Ha sido un miagro del cielo ¡se que lo ha sido!”.  A continuación, la mujer salió de detrás del mostrador y empezó a enseñarnos fotos en su celular de un precioso bebé recién nacido. Andy y esta mujer terminaron su conversación, se dieron un abrazo y salimos de la gasolinera.

Una vez en el coche, Andy empezó a contarme toda la historia. Dos semanas antes, Andy había parado en esta misma gasolinera con otro amigo. Mientras pagaban por la gasolina, no pudieron evitar escuchar la conversación entre la mujer de la gasolinera con su compañera de trabajo: -“¡Que dolor de espalda tengo hoy!” – dijo esta mujer. Andy miró a su amigo y su amigo le dijo en voz baja: – “Andy, ¡no tenemos tiempo! sabes que ya llegamos tarde”. Pero Andy no pudo resistirse: -“Perdone” dijo Andy a la mujer que estaba detrás del mostrador – “somos Cristianos y hemos visto como Dios ha sanado a mucha gente en el pasado. ¿Te importaría si oramos por su espalda?”. La mujer se quedó mirándoles fijamente y dijo. “La verdad, prefiero que oréis por mi nieto. Acaba de nacer y tiene muchos problemas de corazón. Mañana le van a operar para intentar hacer un arreglo temporal, pero igualmente va a necesitar un transplante”. Los dos chicos procedieron a hacer una oración rápida y salieron de la gasolinera.

Al entrar en el coche, el amigo de Andy le dijo: – “Andy, perdóname. Por andar con prisas yo no quería parar y orar, pero esta oración no ha tardado ni cinco minutos y quien sabe lo que puede haber hecho”. A penas dos semanas después tuve el privilegio de ver la respuesta de Dios a estos tres minutos de oración. El niño quedó totalmente sano, los médicos quedaron sorprendidos y esta mujer – que todavía no conoce a Dios – estaba dándole toda la gloria a Dios y admitiendo que fue un milagro del cielo.

Tantas veces vamos con prisa y “no tenemos tiempo” para mirar a nuestro al rededor y ver donde es que Dios se está moviendo ¿Qué pasaría si cediésemos nuestras agendas y horarios? ¿Qué pasaría si diésemos sólo tres minutos al día para traer el reino de Dios a la tierra? La mayoría de nosotros, creamos tiempo en nuestras agetreadas agendas para “tener nuestro devocional” (pasando tiempo con Él por la mañana o por la noche antes de dormir) pero no somos campaces de dejar que Él sea el dueño de nuestro tiempo a lo largo del día. Muchos le damos nuestra vida, pero nos cuesta darle nuestro tiempo.

Quiero retarte a ti – y retarme a mí misma – a parar, mirar y amar a la gente a nuestro al rededor. Sin horarios, sin agendas y sin intenciones más allá que amar y traer el reino de Dios a la tierra. Al fin y al cabo, si buscamos primero su reino, todas nuestras preocupaciones y “que-haceres” serán añadidos por Él. (Mateo 6:33)