Devocional: Tú tienes nuestro sí

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Jesús nos dijo que su vida aquí en la tierra fue una vida de imitación. No hacía nada por su propia cuenta, sino solamente lo que veía hacer al Padre. Qué diferente sería nuestro caminar con Dios, si pudiésemos decir con certeza que todo lo que hacemos es porque estamos imitando al Padre. A menudo yo vivo con mucho estrés, incluso cuando estoy sirviendo al Señor, y la verdad es que yo no veo a un Jesús estresado. En otras ocasiones sirvo, sabiendo que estoy haciendo lo que el Padre me ha guiado a hacer, sin embargo lo hago preocupada. De la misma manera, no veo a un Jesús preocupado.

Él nos llama a una vida de imitación, en la que nuestro anhelo es "ir donde Él va y hacer lo que vemos que Él hace". Seguir a Jesús, va mucho más allá de solo una oración para darle nuestro corazón, implica "tomar nuestra cruz e ir en pos de Él". ¿Qué significa eso? Significa que no decimos sí, solo una vez, sino que decimos sí, múltiples veces al día, para así vivir esa vida de imitación, al que somos llamados. Decimos sí, cuando escuchamos su voz de manera muy fuerte y obvia, y decimos sí cuando su voz es solo un susurro. Decimos sí y tomamos nuestra curz, cuando todos nos ven, y decimos sí cuando nadie nos ve ... solo Él.

Lo importante, es no olvidar porqué es que decimos sí: es porque Él nos amó primero. Es porque estamos respondiendo al Sí que dijo Jesús cuando abrazó la cruz. Filipenses 2 dice que Jesús, "no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (vs. 6-8). Él dijo el "Sí" más grande de la historia, y gracias a su "Sí" es que nuestra historia comenzó.

Preguntas de reflexión

  • ¿Cuándo fue que le dijiste "Sí" a Jesús por primera vez?

  • ¿Puedes pensar en otras veces que te haya pedido volver a decir "si"?

  • ¿Hay algo que él te esté pidiendo que entregues o que le des?

  • Con los ojos cerrados, pregúntale al Padre, qué está haciendo Él hoy y cómo puedes tú ser parte.